Había ganado el concurso que para cubrir las horas Institucionales se efectuaba en la E.E.Media Nº 6 de Loma Verde.
A través de las mismas cada escuela dedicaba un espacio para la reflexión a partir de propuestas pedagógicas que ,después de ser evaluadas por un Jurado nos permitía desarrollar las actividades que se habían presentado como parte del Proyecto áulico.
Un trabajo por demás gratificante en el que el diálogo y la participación llevaban a alumnos y profesora a intercambiar opiniones sobre distintos temas históricos que a propuesta de los estudiantes se desarrollaban en clase.
Aquella tarde nos habíamos reunido alrededor de TUPAC –AMARU porque el tema de la libertad de expresión y de la dignidad del ser humano se habían llegado hasta el salón de clases.
Lo apasionante fue la forma en que se armó el relato de los acontecimientos con los resultados de las investigaciones que los diversos grupos habían realizado.
Hoy, mientras a través del ventanal que da al patio de mi casa veía como las ramas del plátano se habían cubierto de pequeñas hojitas verdes, se me vino a la memoria aquel día de clase con los alumnos de la E.E.M.Nº 6 de Loma Verde.
Porque justamente cuando entre todos habíamos logrado llegar a la redacción del resultado del esfuerzo de cada uno de los allí presentes, los árboles del patio de la escuela estaban cubiertos por pequeñas hojitas que el viento de septiembre desprendía para dejarlas atrapadas en el mástil en el que flameaba la bandera.
Yo miraba por esos hermosos ventanales que tenía la E.E.M.Nº 6 mientras escuchaba a mis alumnos leer el informe final del trabajo.
A TUPAC –AMARU tuvieron que cortarle la lengua como única manera de silenciarlo
Su lengua hablaba de revolución y hablaba de levantamientos.
No les bastó a los invasores con silenciarlo.
Había que masacrarlo.
Por eso lo descuartizaron.
En realidad lo intentaron, pero, era tanta la fuerza que emanaba la fortaleza del cacique que ni siquiera los caballos pudieron separar las partes de su cuerpo.
Por eso lo decapitaron.
No les bastó con masacrarlo, decapitarlo, dividir su cuerpo en partes y repartir las partes de su cuerpo enviando los miembros a los distintos puntos cardinales del imperio.
Por eso mataron a su mujer y a sus hijos.
Tenían que evitar que la semilla de la revolución y la protesta se reprodujera
Por eso asesinaron a su prole.
Quienes así procedían con un ser humano eran otros seres humanos, habitantes de un País europeo que tenía por costumbre rendir tributo a otro ser humano y considerarlo muchas veces un Dios dueño de la vida de los súbditos que habitaban en su reino.
TUPAC –AMARU había levantado la voz y sus palabras eran palabras preñadas de revolución.
Las palabras del cacique debían pues ser apagadas, eliminadas, impedidas de reproducirse.
Para estos “civilizados” para estos hombres que traían la palabra de Dios, los modales, la armonía, la convivencia que se practicaba en Europa
donde se adoraba a un ser humano del que se decía que tenía “sangre azul” y coronita, TUPAC –AMARU era un subversivo.
Un hereje, un mal ejemplo, un perturbador, una molestia para el ÓRDEN IMPUESTO.
Tenían que impedir que hablara.
Por eso le cortaron la lengua, porque desde su soberbia e ignorancia creyeron que de esa manera habían logrado cortar para siempre todo lo que provocaba el DESÓRDEN.
A tantos años de lo ocurrido persisten los iguales a estos bárbaros que guardan la inmoral esperanza de ver al pueblo sumido, derrotado y genuflexo ante el poder de los que han sabido llenarse la panza y los bolsillos a costa de la pobreza, la exclusión y la degradación del humilde integrante social marginado por el poder de los que más tienen.
Saben que la REVOLUCIÓN AMERICANA se ha expandido y se ha de expandir pese a los agoreros y a los que creyéndose los salvadores de una Patria (que únicamente visualizan desde sus narices estrechas) hacen lo posible por derrumbar los sueños soñados en los albores de nuestra independencia.
Por eso son INMORALES.
Y por eso merecen nuestro DESPRECIO.
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A tantos años de haberme ido de la E.E.Media Nº 6 de Loma Verde me sigo emocionando cada vez que la primavera al asomarse entre los brotecitos de los árboles me recuerdan aquella clase en la que TUPAC-AMARU fue rescatado por mis alumnos de ese silencio atroz en el que la Historia lo tiene o lo tenía oculto.
Hasta la Victoria Siempre
AMÉN
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