Le decíamos "La Chanchita", porque era una tren con solo tres vagones que venía de Haedo y que pasaba por la estación de José Mármol y nos llevaba a La Plata.
Nos llevaba y nos traía de regreso al anochecer.
Color crema y naranja , una combinación que distinguía a la "Chanchita"de los demás trenes que pasaban por la estación y que la hacían diferente.
Puntual, estrictamente puntual, la "Chanchita" nunca faltó a la cita que tenía con los usuarios y como pudo, los albergó bajo las sucias y descascaradas paredes en las que las pintadas y decoraciones de los artistas del pueblo la habían hecho especial .
Especial para nosotros que la esperábamos para viajar hasta la Plata o hasta los pueblos que recorría en ese su viaje por las vías del Ferrocarril Roca.
Sin luz y sin vidrios en las ventanillas que los usuarios cubríamos con papeles para zafar del frío del invierno especialmente en los amaneceres que muchas veces compartíamos con los maestros que trabajaban en Florencio Varela; en realidad, con las maestras porque subía en Mármol un solo maestro que llevaba el pelo atado con un piolín de los que se usan y usaban para envolver paquetes.
Era el bendito tu eres entre todas las mujeres y era el que llevaba el mate y el termo y el que funcionaba como líder de ese grupo de trabajadores de guardapolvo blanco.
Ahí viene la "Chanchita", (el que hacía de vigía).
Y como pajaritos en busca de las miguitas nos arremolinábamos cerca del andén para subirnos no bien la "Chanchita" se detenía y asomaba la cara regordeta del guarda con el que, de viajar siempre en el mismo horario habíamos llegado a tejer esos vínculos que únicamente se podían tejer en la "Chanchita".
Todo un personaje el guarda de la "Chanchita", un tipo fenomenal que se prendía a las mateadas mientras picaba boletos y nos ponía al tanto de los obreros ferroviarios que habían desaparecido durante la Dictadura militar en las distintas estaciones del Roca.
En Tolosa, en Lomas de Zamora, en Remedios de Escalada, en Lanús.
Viajar en "La Chanchita" era algo así como emprender una aventura hacia lo inesperado y lo no habitual que para nosotros ya era lo habitual, como matear, jugar al truco en la hora y media que duraba el viaje desde José Mármol a La Plata.
Historias de amor nacidas en los vagones de la "Chanchita" eran la moneda corriente.
O nacidas en las esperas antes de llegar a La Plata cuando, por esas cosas de la "Chanchita", teníamos que quedarnos en Gonnet o en Villa Elisa esperando no se que cosa que nunca supimos por que.
En esas cuestiones, el guarda que era un tipazo resultaba que era un turro que se había tragado la lengua.
El Tito y la Peque se habían enamorado esperando a la "Chanchita" cuando iban para la facultad y la Titi se había enloquecida de amor por el profesor de anatomía que, para "levantársela", le había contado el cuento del divorcio y la separación y que finalmente resultó un triste cuento del que la Titi tardó en reponerse cuando se enteró que el fulano era un caradura, un inmaduro don Juan que practicaba el deporte de la seducción.
El Pancho también había enloquecido de amor por una compañera del trabajo que subía en Villa Elisa y a raíz de este amor apasionado, no había forma de apartarlo de la ventanilla a la que se pegaba como estampilla a fin de que la Rosita lo viera cuando el tren se detenía en el andén de la estación.
El Pancho le escribía poemas a la Rosita porque el Pancho era un romántico, un enamorado del amor.
Amores clandestinos también nacieron en la "Chanchita"que prestaba sus vagones para disimular los encuentros que olían a trampa.
Como los amores del Jefe de la Susana con la mujer del Secretario de la Marta, que tenía un cargo importante en un Ministerio.
El subía primero, ella subía dos estaciones después.
Al llegar a La Plata se separaban.
El bajaba primero y se despedían con un beso como si fueran viejos conocidos.
Siempre viajando en la "Chanchita".
Estudiantes , maestras, profesores, empleados judiciales, asistentes sociales, obreros, trabajadores ferroviarios, empleados de los Ministerios, de la Corte de Justicia
Todos subidos en "La Chanchita" rumbo a La Plata en los amaneceres y atardeceres, y en los anocheceres que nos traían de regreso cansados, agotados, deseosos de llegar a casa para otra vez volver a reunirnos al otro día en la estación de José Mármol e iniciar la rutina.
Recordada rutina de estar mirando si la "Chanchita" asomaba su esqueleto anaranjado que puntualmente concurría a la cita con los usuarios para llevarlos en ese viaje a La Plata que se ha quedado pegado en mis recuerdos.
"La Chanchita", porque solo tenía tres vagones.
El Tito y la Peque se habían enamorado esperando a la "Chanchita" cuando iban para la facultad y la Titi se había enloquecida de amor por el profesor de anatomía que, para "levantársela", le había contado el cuento del divorcio y la separación y que finalmente resultó un triste cuento del que la Titi tardó en reponerse cuando se enteró que el fulano era un caradura, un inmaduro don Juan que practicaba el deporte de la seducción.
El Pancho también había enloquecido de amor por una compañera del trabajo que subía en Villa Elisa y a raíz de este amor apasionado, no había forma de apartarlo de la ventanilla a la que se pegaba como estampilla a fin de que la Rosita lo viera cuando el tren se detenía en el andén de la estación.
El Pancho le escribía poemas a la Rosita porque el Pancho era un romántico, un enamorado del amor.
Amores clandestinos también nacieron en la "Chanchita"que prestaba sus vagones para disimular los encuentros que olían a trampa.
Como los amores del Jefe de la Susana con la mujer del Secretario de la Marta, que tenía un cargo importante en un Ministerio.
El subía primero, ella subía dos estaciones después.
Al llegar a La Plata se separaban.
El bajaba primero y se despedían con un beso como si fueran viejos conocidos.
Siempre viajando en la "Chanchita".
Estudiantes , maestras, profesores, empleados judiciales, asistentes sociales, obreros, trabajadores ferroviarios, empleados de los Ministerios, de la Corte de Justicia
Todos subidos en "La Chanchita" rumbo a La Plata en los amaneceres y atardeceres, y en los anocheceres que nos traían de regreso cansados, agotados, deseosos de llegar a casa para otra vez volver a reunirnos al otro día en la estación de José Mármol e iniciar la rutina.
Recordada rutina de estar mirando si la "Chanchita" asomaba su esqueleto anaranjado que puntualmente concurría a la cita con los usuarios para llevarlos en ese viaje a La Plata que se ha quedado pegado en mis recuerdos.
"La Chanchita", porque solo tenía tres vagones.
Y porque era algo así como una aventura hacia lo inesperado o hacia lo inhabitual o hacia el no saber si llegaríamos a destino
Hasta la Victoria Siempre
AMÉN
Interesante blog.
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