La foto que acompaña este artículo tiene en su reverso una fecha: 12/78 Escuela Nº 8 de Ministro Rivadavia.
La escuela a la que había regresado a trabajar como maestra de grado tras el secuestro ocurrido en las vacaciones de julio del 77 y a siete meses del nacimiento de mi segunda hija, nacida justo a los nueve meses de haber sido liberada del Pozo.
Eran tiempos difíciles, de desapariciones de personal docente y de secuestros y de conflictos con países vecinos ya que los milicos genocidas jugando a la guerra con nuestros soldados se daban el lujo de exponer la vida de los jóvenes que en aquellos momentos cumplían con el servicio militar obligatorio.
Casualmente recordando tiempos lejanos de mi paso por el sistema educativo al abrir una caja en la que guardo recuerdos de mis compañeras (muchas de ellas militantes como yo) apareció esta foto y se me vino a la memoria el momento trágico que estábamos pasando a raíz del conflicto entre Argentina y Chile por el Canal de Beagle.
Una atrás de otro se dibujaron los nombres que se habían hecho común en nuestras charlas docentes y que tenían que ver con las islas Lennox, Picton , Navarino y una tras otro se deslizaron los acontecimientos que se sucedieron a partir del Laudo Arbitral que reconocía la soberanía de Chile sobre las islas.
Y recuerdo como nos hablaba la Señorita Raquel Caballero (que es la señora que está en el medio) y que siendo la Directora de la escuela Nº 8 en aquellos momentos nos orientaba para hacer llegar a los alumnos los hechos que se sucedían para aplacar el temor de una guerra que parecía inevitable entre nuestro País y la Rca de Chile.
¿Cómo hacer para no avivar el temor a un enfrentamiento armado cuando los medios difundían el cierre por parte de la gendarmería de la frontera con Chile?
¿Cómo hacer para que los alumnos no se asustaran al escuchar a Jorge Rafael Videla amenazando con la guerra si Chile no cambiaba su posición en las negociaciones que se efectuaban?
Me quedé mirando a todas y cada una de las nueve maestras que trabajábamos en aquellos tiempos en la escuela de Ministro Rivadavia y me di cuenta que faltaba Nelly la Secretaria que al igual que la señora Raquel sabían por lo que yo había pasado y no solo fueron solidarias sino que fueron de las pocas compañeras que no me consideraron una subversiva o una montonera(como era común etiquetar en aquellos días a los maestros y maestras que eran “chupados” por los milicos muchas veces en la misma escuela a la que llegaban en camiones.)
La señorita Raquel con su peinado de peluquería y sus ojos claros y su corazón de arcilla.
Un corazón que se amoldaba a todas las circunstancias y era refugio y era paredón y era hogar y era espacio en el que las maestras podíamos expresarnos sin temor a ser delatadas o censuradas.
Porque la señorita Raquel fue para nosotras como un ángel que veló por todas y cada una de las maestras bajo su supervisión y que demostró no tenerle miedo a los milicos y a los camiones con soldados armados que con frecuencia visitaban la escuela.
A veces me pregunto si la escuela seguirá como en aquellos tiempos en que pintada de verde y blanco se erguía como un faro que guiaba a los chicos hacia sus maestras y sus aulas y su patio y sus persianas que muchas veces bajábamos por órden de la señorita Raquel que entendía que esa era la mejor manera de lograr que todas y todos no concentráramos en nuestras tareas.
Cuando en noviembre de 1984 Argentina y Chile suscribieron el TRATADO DE PAZ Y AMISTAD” yo ya no trabajaba en la escuela .
Otros destinos me habían llevado a las aulas de otras escuelas de la zona.
En las que viví momentos que quedaron grabados para siempre en mi MEMORIA.
Como estos recuerdo que se vinieron a buscarme y que quedaron atrapados para siempre en el recuerdo de ese corazón de arcilla que fue mi Directora de la Escuela Nº 8, la señorita Raquel que desde el tiempo me sigue sonriendo .
Como entonces.
Hasta la Victoria Siempre
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