jueves, 3 de marzo de 2011

Memorias de una profesora "subversiva":El nido vacío




A veces al despertarme las lágrimas acuden a mis ojos y siento que mi corazón también llora porque extraña.
Extraña las voces, extraña las llegadas al hogar en los distintos horarios, extraña las comidas diversas comidas que solía preparar para alegrar el corazón de mis hijos , porque cocinar pastelitos, o medialunas, o canelones o asado al horno con papas y con batatas eran los preferidos de cada uno de ellos.
Una no se prepara para extrañar.
O al menos yo no me preparé para extrañar y tal vez por ello es que los extraño tanto
Una se prepara para tener hijos, para criar hijos, para bañarlos, llevarlos a la escuela, trabajar para mantenerlos .
Una se prepara para pasar de grado y aprender una vez y otra vez a sumar y a restar y a dividir y a multiplicar.
Una se prepara para ver crecer el primer dientito o para aplaudir los primeros pasos.
Una se prepara para ser madre y amar y darse en cada acto de amor.
En posponer esa blusa con volados tan soñada porque primero están las zapatillas de gimnasia.
En posponer ese trabajo más rentable porque la presencia en la casa y el estar con los hijos no entran en la categoría de opciones.

Una se prepara para ser feliz, para vivir en el idilio de la vida y para vivir la vida en una nube de amor que a veces se transforma en una polvareda que nos arrastra o nos intenta tirar con la fuerza del viento que la trae y la deposita en nuestro camino e impide que caminemos y que hace que de pronto nos demos cuenta que estamos solas, con ellos, nuestros hijos y que debemos seguir en el camino porque ellos no tienen la culpa de que nosotras no pensáramos que a veces la vida no es un idilio y que los idilios suelen terminar y las realidades suelen golpear y hacer doler el alma.
Pero, todo forma parte de la vida .
Una no elige las cartas que la vida baraja , simplemente las cartas te tocan.

Y a veces te tocan cartas buenas o te tocan cartas de mierda.
Y hay que jugar porque si dejás de hacerlo .
Chau, fuiste.
Y en ese chau fuiste ,también chau fueron tus hijos los hijos que trajiste al mundo y que por esas cosas de la vida dependen ahora de vos para seguir estudiando y comiendo y pasando de grado y aprendiendo a sumar y a restar y a multiplicar y a dividir y a comer y a crecer y…..
Y la vida que va pasando no te da tiempo a detenerte a pensar que algún día la misma vida que te los trajo te los va a llevar hacia otros rumbos, hacia otros nidos , .
Porque así es la vida y porque así me ocurrió a mi y seguramente le ocurre a todas las mujeres que traemos hijos al mundo y que somos madres y que somos trabajadoras y que somos lavanderas y enfermeras y maestras y cocineras .
Mujeres multifunciones en un tiempo de vida que nos iguala a los hombres pero que al igualarnos nos complica la existencia y nos transforma en multifuncionales para poder cumplir con todos y tal vez, a lo mejor dejar de cumplir con nosotras.
Porque al menos a mi así me ocurrió .
Y no me quejo.
Por eso es que al despertarme por las mañanas y no escuchar el sonido de las voces y al anochecer al no esperar ya la llegada de cada uno de ellos es como que me doy cuenta que algo en mi ha triunfado y al mismo tiempo ha traído una tristeza que tiene que ver con la alegría de haber alcanzado el objetivo de vivenciar las ausencias como el mayor logro de todos mis esfuerzos.
Porque es la realidad de darme cuenta que los gorriones han volado del nido en el que durante tanto tiempo pude cuidarlos y acariciarlos y disfrutarlos .
Por eso extraño y por eso lloro.
Pero no lloro con el sentimiento de pérdida que producen las pérdidas.
Lloro con el sentimiento de alegría de pensar que no están conmigo pero están donde cada uno de ellos desea estar y hacia donde yo con mi esfuerzo y con mi amor y con mi entrega los ayudé a llegar.
Mi hogar es así como un nido vacío.
Pero vacío de esas presencias que un día lo poblaron e hicieron de mis días los más felices días de mi vida.
Días que ya no volverán y que yo quisiera que volvieran para ser mejor de lo que fui y para disfrutar más de lo que disfruté cada uno de esos momentos, pequeños momentos de la vida que a veces el tiempo de mierda en su vorágine no nos deja apreciar y disfrutar como debieran ser apreciados y disfrutados.
Y entonces siento que ya nada será igual y que daría mi vida por volver a ese momento en el cual todos juntos estábamos sentados alrededor de la mesa en la hora del almuerzo y de la cena
Pero entonces suena el teléfono.
Y entonces la voz de mis hijos me vuelve a esta realidad de hoy que es la vida que regresa en la vida y en la infancia de mis nietos.
Hola mamá.
¿Todo bien?
Te extraño vieja, nos vemos el fin de semana.


Hasta la Victoria Siempre

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