El allegro Assai del Concierto para violín Nº 2 en Mi mayor era su preferido).................................................................................................................................
Esta inmensa tristeza de extrañarlos desde entonces
Era saber que ese día no podíamos dejar de llevar una bolsa para poner allí los regalitos que seguro recibiríamos de los chicos .
Porque siempre septiembre se venía cargado de paquetitos con moños y ramos de flores y macetitas llenas de flores de la estación .
Y las tarjetitas y los besos y el agacharnos para abrazarlos y demostrarles cuanto los queríamos particularmente ese día de septiembre que era nuestro día y en el que nos hacían sentir las “señoritas maestras” de la escuela de la villa.
Y el guardapolvo blanco almidonado y el cura riéndose de las maestras que ese día estaban vestidas de fiesta y de alegría porque así eran en mis épocas de juventud los días aquéllos que han quedado prendidos al guardapolvo blanco que con el paso de los años se quedó durmiendo en mis recuerdos.
Sin duda los mejores y más hermosos días de mi vida de maestra.
El viaje en tren hasta Rafael Calzada y el juntarnos las tres en la parada y el bajar las tres y caminar las tres hasta la escuela .
Al llegar a los pastizales , ahí nos bajábamos y ahí escondidos tras los verdes pastos nos esperaban los alumnos que luego caminaban con nosotras hasta la escuela.
Desde el camino se veía el mástil y la bandera que parecía enroscarse en una ronda con el viento daba la impresión de saludarnos.
Nené siempre se daba cuenta si el cura ya estaba en la escuela porque la bandera estaba hasta el tope.
Era un obsesivo el cura y siempre quería ver en lo alto a la bandera porque si no decía que la escuela parecía que estaba de luto.
Y nadie se ha muerto che, decía el cura mientras se anudaba la sotana para que no le molestara si se subía por el mástil, como un mono.
Che Claudio, parecés un mono le decía Nené y Claudio se reía.
Y los chicos aplaudían la proeza del cura mientras la Directora daba órdenes a Carlitos el portero para que el mate cocido estuviera calentito....
Porque hacía frío y porque corría viento y porque en las aulas las ventanas no tenían vidrios y porque las latas de dulce de batata no alcanzaban para calentarnos en esos inviernos que aprendimos a vivir entre el calor que se encendía al contacto de los cuerpos y los carboncitos que se ponían rojos en la lata de dulce de batata.
Bien juntitos decía Nené, bien juntitos así no sentimos frío.
Y daba resultado
11 de septiembre....¿cuántos desde aquéllos días?
Uno tras otro se fueron sucediendo
Sin Nené y sin Elena y sin Claudio y sin....
Que un día no llegaron a la escuela.
Y fueron esa ausencia que se extraña y que se busca y que se espera
En cada despertar de esas mañanas en que juntas tomábamos el tren hacia la escuela.
En cada atardecer de cada tarde al caminar el regreso de la escuela..
En cada pregunta preguntando por la ausencia de todas ellas
En cada respuesta sin responder ..
No había una respuesta a la pregunta de la ausencia
Sin duda alguna los mejores años de mi vida de maestra .
Pone más carbón a la latita decía Nené ...y al poner el carbón en la latita se encendía el calor de estar haciendo escuela en la pobreza de la escuela pobre que se quedó para siempre prendida en mis recuerdos.
Y en mi esperanza de volver algún día a encontrarnos para volver a caminar como entonces el camino hacia la escuela.
Donde estoy segura estará Claudio anudando su sotana para subirse como un mono por el mástil.
Mientras los chicos aplauden
Mientras las porteras y Carlitos preparan el mate cocido calentito.
Y la bandera juega a la ronda con el viento.
En el campito
De la escuela