martes, 21 de diciembre de 2010

Memorias de una profesora "subversiva":"Cuando era una niñita"







Nací una madrugada de otoño.
Hacía frío y nevaba el día en que vine al mundo y tuve una infancia como la tienen los niños de los pueblos crecidos entre las montañas.
Siempre al atardecer me entretenía mirando hacia la cordillera.
Y me encantaba presenciar el momento justo en que el sol se despedía de la tarde y despacito, entre colores amarillos y rosados se iba escondiendo.
Me quedaba ahí, mirando, adivinando hacia que lugar se iba el sol.
No me lo imaginaba durmiendo después de toda una tarde en el cielo.
No, me lo imaginaba caminando hacia otros pueblos, llevando su calor y sus colores de invierno, o de otoño o de primavera o verano.
Un andariego, un ciruja.
Como yo.

Después cuando ya no lo veía, entonces recién ahí dejaba de mirar hacia las montañas.
Era una extraña sensación la que me invadía porque empezaba a extrañar al sol que se había desaparecido detrás de la cima blanca de esos gigantes que formaban la Cordillera de Los Andes.
Siempre para mi, las cimas de las montañas se han parecido a las de aquél recuerdo de mi infancia, siempre .
Crecí en una provincia enclavada entre las montañas
El Zonda ,a veces desparramaba en el suelo los árboles que su fuerza poderosa arrancaba de cuajo.
Y quedaban patas arriba las raíces mirando al cielo y las ramas como desmayadas por el viento de la zona.
Entonces yo me paraba a mirar.
Miraba los árboles caídos y escuchaba a mi viejo que me decía que el zonda era un viento que vivía como un ermitaño, en una cueva y que a veces abandonaba la cueva y visitaba los pueblos cercanos a la montaña.
Siempre para mí los vientos se han parecido al Zonda y siempre sigo pensando que los vientos son como viejos solitarios que abandonan la cueva y visitan los pueblos cercanos al pueblo en el que estoy viviendo.
Siempre igual que cuando era una niña.

Tuve la suerte de tener amiguitos y amiguitas con los que jugaba siempre a la Payana, y al Ta,Te-Ti suerte para mi.
Era una niña sensible.
Amaba la música y como un abrojito mis pequeños dedos se prendían a las teclas blancas y negras practicando y practicando escalas y arpegios.
Tuve una profesora de piano que se llamaba Nenina.
Nenina fue un ángel de la guarda
En realidad fue mi ángel de la guarda.
Con Nenina tocábamos el piano a cuatro manos y el cronómetro marcaba el ritmo de las piezas musicales que preparábamos para rendir exámen en la Universidad Nacional de Cuyo.
Estudiaba seis horas por día en un piano vertical y de color negro Czrny,Chopin,Schuman,Bach Scarlatti,Lizt lograron que mis pequeños deditos adquirieran la agilidad necesaria para lograr la velocidad que el cronómetro marcaba
En el piano del colegio de monjas ejecutaba a Sacarlatti y las Krislerianas de Robert Schumann que arrancaban aplausos de la monjita María Adela que era quien me llevaba a rezarle a la virgen de la gruta que era una virgen que estaba en la gruta del Colegio de las”Esclavas del Corazón de Jesús” al que me enviaban para que me educaran
Tuve compañeritas muchas de ellas aún con el pasode los años viven en mi corazón.
Susana Moris que siempre ocupaba el primer lugar en el Cuadro de honor que se exponía en la entrada de la escuela.
YMaría Magdalena Frigerio y María Evelina Clement Muñoz en cuyo cumpleaños tomé mucha granadina, tanta que vomité y aún sigo vomitando si por casualidad huelo a granadina
Un día Nenina se enfermó y ya nunca más pudo hacer que sus dedos se deslizaran llevando las notas del pentagrama al piano.
Los padres de Nenina vendieron el piano
Para que no sufra.
La explicación que me dieron.

Siempre Nenina ha estado conmigo en los momentos en que he necesitado de la presencia de un ángel.
Siempre Nenina está conmigo cuando por casualidad mis dedos se deslizan como si tocaran sobre el teclado del piano.
Yo tambièn tuve que vender mi piano, pero no lo vendí porque un día tuve una enfermedad.
Lo vendí porque era necesario que lo vendiera.
El piano era mi vida y también mi sueño.
Pero tuve que venderlo
Ahora no quiero hablar sobre ese tema.
Otro día lo haré.

En la escuela primaria tuve una maestra que se llamaba Lidia Lescano y tenìa 18 años.
Siempre creí que todas las “señoritas “ eran como la señorita Lidia .
Pero, no todas las “señoritas” fueron como la “señorita” Lidia..
Otras “señoritas” se sucedieron en mi vida:
“La Jopuda” y “La Chana”son las que quedaron para siempre en los días de la primaria.
Cuando fui maestra quise ser como la señorita Lidia.
Ella fue “la señorita”.
Mi viejo que era amigo del general Perón siempre hablaba del “Pocho”
Como si el “Pocho” fuera su hermano más querido.
Cuando los dictadores se apropiaron del gobierno y lo derrocaron al”Pocho” yo era una pequeñita que vivía en Mendoza y de repente dejé de vivir en Mendoza para pasar a vivir en un hotelucho ubicado a la vuelta del Congreso de la Nación Argentina.
No entendía nada
Pero, presentía que algo terrible estaba sucediendo para dejar nuestra provincia y pasar a ser unos fugitivos.
Con el tiempo y cuando fui creciendo pudo entender que a quienes apoyaban a Peron los pasaban por las armas.
Como sucedió con Juan JoséValle y con los padres de otras niñas que viviendo en Adrogué sus padres fueron fusilados por ser parte de la resistencia peronista.
Terminé mi escuela primaria en la EscuelaNº 6 Manuel´Belgrano de Adrogué en la que fui abanderada y entre aplausos llevé la bandera Nacional para la fiesta del 9 de julio y me premiaron una redacción que mi pluma de ese entonces escribía sobre los sucesos que alteraban mi niñez y la hacían madurar antes de tiempo
Yo extrañaba a mi viejo porque no sabía en que lugar estaba. .
Después supe que se escondía para salvar la vida.
De tanto extrañarlo me enfermé.
Siempre me sigo enfermando cuando la tristeza me invade.
Aún con el paso de los años sigo extrañando el lugar del que fui arrancada sin poder despedirme de mis amiguitos y de mis maestras y de mi infancia.
Aún sigo mirando el cielo en los atardeceres y me sigo imaginando que las nubes son las montañas de Mendoza detrás de las que el sol se escondía
Y aún me sigo acordando de las Reinas de la Vendimia y de los carruseles y del Club de Gimnasi yEsgrima en el que mi viejo competía en florete y espada
Y aún me acuerdo de la Virgen de La Carrodilla y de Nuestra Señora del Cármen para cuya festividad las maestras nos hacían memorizar poesías que recitábamos en el templo de los curas Franciscanos.
Todavía
Aún
Siempre.

Hasta la Victoria Siempre

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