sábado, 17 de julio de 2010

NO PUDIERON ENCADENAR NUESTROS SUEÑOS

Es domingo y llueve
Desde el ventanal de mi casa veo un "clavel del aire" que se bambolea en una rama del plátano
Ha crecido mientras yo crecía en este pueblo. y suele dar sombra y cobijo a los pájaron al llegar la primavera.



¿Por qué siempre lleva un “chal de lana sobre sus hombros, profe?
Solían preguntarme mis alumnos al llegar los fríos del invierno con el mes de julio.
Y yo solía responderles contándoles la historia de esa costumbre mía…


Ha llegado el mes de julio con su intenso frío y han llegado los recuerdos que siempre arrastra el calendario al hacerse “vacaciones de invierno”.
Y entonces como esos gorriones que se han quedado sin nido en el árbol desprovisto de hojas , se acercan
Como duendes o como gnomos o como pájaros que aletean intentando escapar del encierro de aquella celda
La celda a la que hace tanto tiempo ya y en vacaciones de invierno fuera llevada maniatada tras ser secuestrada para quedar ilegalmente detenida

Y sin querer o sin saber la causa, lloro y estoy sensible.
Y la tristeza se acurruca en mi corazón y empieza a dolerme el alma.
Sucederá así de por vida o hasta que me llegue el día de partir hacia el encuentro con los que se quedaron atrapados tras los barrotes de aquél encierro.
Porque volveremos a encontrarnos, estoy segura.

Hacía frío, mucho frío y yo temblaba.
Y fue entonces que ,de celda en celda y venciendo los barrotes que se interponían entre el encierro y la libertad
Me llegó una manta.
Sucia, mugrienta, deshilachada.
Que me abrigó del frío.
Y dejé de temblar .
Sobre mis hombros y como si fuera un poncho, envuelta en aquella manta me tiré sobre la colchoneta en ese encierro en el que, las paredes descascaradas y la oscuridad eran el lugar en el que como yo, tantos jóvenes de entonces pagábamos con el encierro y con la tortura y con la muerte la osadía de pensar distinto y de enfrentar a los dictadores y a la dictadura que asolaba el suelo que habitábamos.

Han pasado muchos años desde entonces y desde entonces se han sucedido una vez y otra vez los inviernos y con ellos las “vacaciones de invierno”.
Ya no estoy encerrada en aquella celda oscura pero ,sigo temblando cuando el frío del mes de julio se prende a mi cuerpo y enroscándose en cada uno de mis músculos me sacude como el viento sacude las ramas despojadas de hojas y de nidos de gorriones.
Y entonces sucede que vuelvo a envolverme con aquella manta ahora hecha “chal” tejido por mis manos.
Y tengo la sensación que el frío se aleja de mi cuerpo.
Y que el viento se detiene en aquella pequeña ventanita por la que sol se filtraba para jugar con las rejas.
Y la tristeza se acurruca en mi corazón y comienza a dolerme el alma.
Como entonces y como siempre desde entonces.

Hasta la Victoria Siempre

Mnemósine

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