sábado, 24 de julio de 2010

LA VIDA NO TE PREGUNTA

Ya es domingo y en el reloj las agujas marcan las 12, 30 hs.
Al parecer quiere llover y si ello ocurre el patio de mi casa se volverá color naranja porque de ese color son los pétalos de las flores de la enredadera que trepa por el murallón.
La lluvia las arrastra y las deposita sobre los baldosones antiguos.
Y se adhieren a la escalera que conduce a la terraza
Desde la que me siento cerca del cielo.
Y de las estrellas.
Y de la luna.





Recuerdo que iba a la Escuela de Educación Media Nº 6 a dar clases con anteojos oscuros porque me había pasado la noche llorando.
Yo no quería que mis alumnos me vieran con los ojos hinchados y tampoco que adivinaran en mi mirada la angustia que se había instalado en mi alma, en mi cuerpo y en mi corazón.
El hombre que era mi compañero y el padre de mis hijos se había fugado con la secretaria privada del decano de la Facultad de Derecho de mi pueblo .
Todo un escándalo que se había desparramado como se desparraman las hojas llevadas por el viento y que me había catapultado al sitial de “cornuda” de las escuelas en las que trabajaba como profesora.
Algunas docentes(no todas) solían ser en aquellos tiempos muy crueles.
Tan crueles que insistían en obtener de mi boca los pormenores del “romance” de quien durante veinticuatro años había compartido mi cama y me había ayudado a traer a mis cuatro hijos a este universo .
De repente el mundo había girado trescientos sesenta grados para mis hijos y para mi.
Tomar el timón del barco y conducirlo a puerto se transformó en una tarea para la que no estaba preparada pero, que rápidamente aprendí dado que la mesa familiar debía ser abastecida, las cuentas de los servicios debían ser canceladas, los hijos debían continuar con sus estudios en las distintas escuelas y facultades a las que concurrían en aquellos lejanos tiempos.
Pude hacerlo.
Yo estaba preparada para el "Contigo pan y cebolla", "Donde comen dos comen tres" , "Hasta la que la muerte los separe".
Yo estaba preparada para ser la esposa amante, sumisa y obediente de esas que siguen al marido y que aceptan todo, incluso las infidelidades.
Porque así era la moral de mis tiempos de juventud y porque ese era el legado de nuestras madres que a su vez lo habían recibido de sus abuelas.
Y yo no era justamente una sumisa y obediente mujer.
Es más, siempre fui y seré una insurrecta.

Hoy al mirar hacia atrás realmente no entiendo como logré encontrar el camino de salida de aquel laberinto de desolación en el que las circunstancias de la vida me habían colocado.
La vida es así, no pregunta.
Simplemente se presenta y te hace jugar la “partida” con las cartas que reparte en ese juego lleno de sorpresas que se llama vida.
Y aprendí a jugar o tal vez a sobrevivir porque de mi entereza y fuerza de voluntad dependían el presente y el futuro de mis hijos.
El tiempo pasa, claro que sí.
Y al ir desgranándose en el calendario te va dejando ese sabor dulce y agradable que te inunda el alma y te ayuda a valorarte y a reconocerte como mujer , como madre , como luchadora y como trabajadora.
El tiempo pasa, claro que sí.
Y al ir pasando va logrando el milagro de ver crecer a los hijos, de compartir sus sueños, de alentar sus utopías, de compartir sus esperanzas .
Y también de verlos crecer para transformarse en hombres y en mujeres que hoy me llenan de orgullo y satisfacción.
Y sí, la vida tiene esas cosas.
No me habían preparado para lo que tuve que vivir.
Pero, lo hice.
Manejé el timón y llevé el barco a feliz puerto.
Resistí y no me rendí ni me di por vencida.
Es la vida, simplemente.
Me tocaron esas cartas.
Y con ellas gané la partida.

Hasta la Victoria Siempre

Mnemósine.

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